La humedad sofocante es más o menos como la sonrisa desprolija del Rey Momo. Los cuerpos transpirados bailando son más bien, como la espuma loca cayendo sobre las cabezas inquietas de la gente. En cambio, las nochecitas de cerveza y maní son como las caras maquilladas de los murgueros. Las tardes de pileta son como tablados coloridos. Las vacaciones son trajes gigantes llenos de lentejuelas. Las escapadas al lago faaaa, son como los banquetes de la bacanal. El verano sin dudas es como la comparsa, fugaz, que nos llena, nos vibra, nos mueve, nos grita, nos baila y nos termina, hasta un nuevo carnaval.