viernes, 23 de agosto de 2019
domingo, 18 de agosto de 2019
martes, 13 de agosto de 2019
PSICOLOGÍA | El elogio como forma de manipular: 6 Razones para cuestionarse los halagos, por Leon F. Seltzer
¿ Es posible que la persona que te está halagando lo haga con algún motivo oculto ? |
Siempre y cuando los elogios recibidos no suenen claramente falsos,
seguramente te alegrarás de recibirlos. Ser reconocido por lo que haces
(o por quién eres) simplemente sienta bien. Es maravillosamente
reafirmante, y alentador. La mayoría de nosotros nos crecemos con los
elogios y halagos, justamente porque nos levantan el ánimo, alegran
nuestros corazones y disipan viejos temores y dudas sobre nosotros
mismos.
Pero el elogio tiene también su lado oscuro. Muchas veces, más de lo
que pensamos, puede constituir un tipo de soborno verbal que nos ofrecen
a cambio de satisfacer los intereses de la persona que los brinda. Este
artículo expone seis formas de ofrecer elogios con el objetivo oculto
de conseguir tu favor o que des algo, algo que seguramente no estarías
dispuesto a facilitar de otra manera.
Si eres una persona insegura, y por lo tanto necesitas cierta
confirmación externa para sentirte valioso o bien contigo mismo, serás
especialmente susceptible a este tipo de halagos, halagos ligados a
condiciones ocultas, halagos que tienen un precio. Los falsos
halagadores acechan a aquellos con baja autoestima, y parecieran tener
un radar para detectarlos. Saben exactamente cómo aumentar tu autoestima
(y reducir tu incertidumbre) a pesar de que, en definitiva, sus elogios
están diseñados no para tu bienestar si no para el de ellos mismos.
Con esto no estoy sugeriendo que haya que dudar ante cualquier caso
de reconocimiento positivo. Pero, en determinados momentos, sería sabio
considerar la posibilidad de que la persona que te elogia podría estar
intentando manipularte con el fin de obtener algo a cambio; que su
halago podría ser en esencia una «trampa», que (sobre todo si sus
halagos son exagerados) existe la posibilidad de que esté motivado por
un objetivo oculto, que quiera aprovecharse de ti.
Pues bien, existen seis vías [aquellos lectores a los que se les
ocurran más, pueden dejarnos un comentario] que los falsos halagadores
pueden seguir para intentar «capturarte»:
1. Si se trata de personas inseguras, sus elogios calculados podrían
constituir su manera de congraciar contigo – o de insertarse más
fácilmente en un grupo del cual eres un miembro importante. Podrían
abandonar deliberadamente su propio punto de vista, únicamente para
ganar tu favor. Podrían afirmar, para reforzar (o «asegurar») su
relación contigo, que tenéis idénticas posturas sobre algo o que te
admiran mucho por lo listo, inteligente o elocuente que eres.
2. Si desean negociar algo contigo, podrían intentar «endulzarte»
previamente, de esta manera estarás mas dispuesto a aceptar sus
propuestas, a cerrar un negocio que seguramente los beneficiará más a
ellos que a ti. Seduciéndote poco a poco, haciéndote sentir «especial»
(ya sea logrando que te veas más inteligente, perceptivo, popular,
admirable, etc. de lo que generalmente te ves), es fácil que te sientas
en deuda con ellos. De esta forma, sin ser consciente de ello, uno puede
estar más predispuesto a hacer concesiones, ceder o seguir sus
sugerencias cuando te ofrecen algún tipo de «acuerdo mutuamente
beneficioso».
3. De forma parecida a lo que ocurre en los otros casos, es posible
que exista algo específico que te quieran pedir. Para mejorar sus
posibilidades de conseguir lo que piden es posible que te colmen de
elogios y adulaciones cuidadosamente calculados. Es posible que te
sientas en deuda con ellos y, así, forzado a acceder a sus deseos. Por
desgracia, cuando los elogios están cubriendo una necesidad psicológica
personal, es muy fácil aprovecharse de alguien. En estos casos puede ser
difícil comprender que los cumplidos quizás no sean tan auténticos como
en un primer momento aparentan.
4. Si habéis tenido un desencuentro, especialmente si tiene que ver
con un comportamiento malo o injusto previo, pueden intentar volver a
ganarte con halagos. Si consiguen hacerte creer que tienes su apoyo, es
posible que bajes la guardia ante ellos. Sus falsos cumplidos,
abundantes y exagerados como puedan ser, incrementarán la probabilidad
de que les perdones su conducta incorrecta y de que estés dispuesto a
reanudar una relación que de otra manera se estaba perdiendo o incluso
habías pensado en concluir definitivamente.
5. Si se trata de alguien inmoral o desvergonzado, casi hasta el punto de poder llamarle psicópata,
es posible que te ofrezcan falsos halagos a cambio de tu confianza o de
información personal o altamente privilegiada. Luego, una vez que
consiguen esta información sensible, pasarán a usarla (de forma pasiva o
pasivo-agresiva) contra ti. Traicionando tu confianza, aprovecharán la
buena posición en la que, sin saberlo, les has puesto, para así poder
alcanzar sus objetivos.
En el trabajo, por ejemplo, esta forma de actuar puede posibilitar
que alguien te «robe» el ascenso, que tú, y no él, te merecías. También
puede colocarte en una amplia variedad de desafortunadas situaciones. A
través de los falsos elogios pueden ganar tu confianza y luego
explotarla.
6. Mi última razón para mostrarse escéptico ante algunos elogios
constituye más bien un añadido. Forma parte del condicionamiento o
«programación» de los niños para que actúen de cierta forma. En este
contexto los «cumplidos programados» pueden tener tanto el fin de
preparar a un niño para actuar en sociedad, como de manipularlo para
alcanzar los propios intereses. Aquí me refiero especialmente a los
padres que halagan a los niños de forma selectiva con fines claramente
egoístas. Muchos de estos padres halagan a sus niños no con el motivo de
que se conviertan en personsas bondadosas o amables, sino para reforzar
conductas que llevan a los hijos a comportarse de manera más dócil,
maleable y cómoda.
Cuando las necesidades de su hijo se convierten en una molestia o un
incoveniente para ellos pueden, con elogios altamente selectivos y
manipulativos, conseguir de forma sistemática que el niño deje de
compartir o afirmar sus ideas, sentimientos, necesidades o deseos. Indirectamente pueden hacer que el niño solo sienta que está siendo
bueno cuando esta actuando conforme a las necesidades de sus padres.
Obviamente, criar a un niño de esta manera merece ser considerado como
abuso psicológico.
—
Resumiendo, más que tener que desconfiar indiscriminadamente de todos
los cumplidos y halagos que recibimos, es importante tener en cuenta
que los elogios pueden formar parte de un plan oculto. De esa manera
seremos menos susceptibles de caer en este tipo de engaños.
sábado, 10 de agosto de 2019
lunes, 5 de agosto de 2019
Harvard derrotó al veganismo: por qué la carne es esencial | Por Gabriela Esquivada
Un estudio de la Universidad de Harvard estableció que el consumo de proteínas animales ha sido determinante para el desarrollo humano, incluso antes de que el fuego se usara para cocinar. |
La apología del vegetarianismo se sostiene tanto en la crítica a la crueldad que el ser humano aplica a otros animales para convertirlos en parte de su cadena alimenticia —lo sabe cualquier persona que haya visto un documental sobre un matadero o imágenes de la cría industrial de pollos— como en la prueba médica de las enfermedades asociadas al consumo de carne, en particular roja: problemas cardiovasculares, colesterol alto, cáncer. Comer carne está mal y hace mal: la cultura popular prácticamente ha incorporado esa noción.
Pero ¿y si la presentación de esos datos se privara de un contexto
adecuado, para forzar las conclusiones de una ideología alimentaria?
Un estudio de la Universidad de Harvard sobre el papel de la carne en la evolución de la especie, "Impact of meat and Lower Palaeolithic food processing techniques on chewing in humans"
("Impacto de la carne y las técnicas de procesamiento de alimentos en
el Paleolítico Inferior en la masticación de los humanos") parecería
indicarlo.
Al incorporar la carne a su dieta, aquellos homínidos abrieron el
camino evolutivo que condujo a las características actuales del Homo erectus, entre ellas el desarrollo del cerebro.
Eso no implica que la dieta moderna ignore los beneficios de salud y ambientales de evitar la carne (la cría de animales para el consumo afecta el efecto invernadero, por ejemplo) pero sí termina con el criterio según el cual los humanos son vegetarianos por naturaleza. El nuevo análisis, resultado de los experimentos de los biólogos especialistas en evolución Katherine D. Zink y Daniel E. Lieberman, muestra que la carne jugó un papel central en la constitución de la naturaleza humana tal como se la conoce en el presente.
Hace 2.6 millones de años los ancestros del hombre moderno comenzaron a
dedicar menos tiempo y menos esfuerzo a masticar —como referencia baste
señalar que hoy en día los chimpancés pasan la mitad de su día
haciéndolo— al agregar carne su dieta, y elaborarla sin fuego —que se
incorporó hace 500.000 años— con utensilios que permitían
molerla. Se estima que ese ahorro de masticación permitió la reducción
del tamaño de la mandíbula, sus músculos y los dientes, a la vez que el
aumento de consumo de proteína permitió que el cerebro se transformara.
Según la investigación, cuando la carne llegó a representar la tercera
parte de la dieta, el número de ciclos de masticación por año se redujo
en casi 2 millones o el 13%, al que habría que sumarle otro 5% por el
procesamiento de la carne con instrumentos de piedra como los morteros.
Un experimento nauseabundo
Para poner a prueba su hipótesis, los científicos midieron el desempeño de humanos adultos modernos en la masticación de carne cruda de cabra ("que es relativamente dura y por eso más similar a las presas salvajes que la res domesticada", se argumenta en el estudio) y de batatas, zanahorias y remolachas, los vegetales de alto valor calórico que integraban la dieta de los proto-humanos.Los voluntarios que participaron en el experimento recibieron estos ingredientes, de manera azarosa, "sin procesar, procesados con los dos métodos mecánicos más simples disponibles para el homínido del Paleolítico inferior (cortar y moler) o asados, la forma más simple de cocinar".
Los voluntarios masticaron carne cruda de cabra, además de verduras.
Zink, la autora principal del estudio e integrante del laboratorio que dirige Lieberman,
el titular de la cátedra Edwin M. Lerner de Ciencias Biológicas,
solicitó a los participantes del experimento que masticaran cada bocado
hasta el punto en el cual normalmente podrían tragarlo, pero que en
cambio lo escupieran. "Lo que Katie hizo fue creativo, pero a veces,
francamente, un poco nauseabundo", dijo Lieberman a Newswise. A continuación, Zink desplegaba la materia resultante, la fotografiaba y tomaba sus medidas.
Su análisis le permitió comprobar que los humanos no pueden comer carne
cruda de modo efectivo con sus dientes. "Cuando se le da a la gente
cabra cruda, mastican y mastican y mastican, y la mayor parte de la carne permanece en una masa principal", agregó Lieberman. "Es como masticar goma", dijo Zink a The New York Times. En cambio, al cortarla o molerla las diferencias en la masticación son abismales.
"Especulamos que a pesar de los muchos beneficios de cocinar para
reducir las bacterias y los parásitos endógenos, y aumentar la ganancia
energética", escribieron los investigadores en el texto que se publicó
en Nature, "las reducciones en los músculos de la mandíbula y el tamaño de los dientes que evolucionaron hacia el Homo erectus no necesitaron del proceso de cocinar, y deben haber sido posibles por los efectos combinados de comer carne y procesar mecánicamente tanto la carne como los vegetales duros".
El estudio contradice la idea de que el fuego fue determinante en la evolución humana
El estudio destaca que la carne requiere menos fuerza masticatoria por caloría que las plantas duras
generalmente disponibles para aquellos homínidos, pero sus molares
chatos no podían romper las fibras de la carne cruda. De ahí la
importancia del procesamiento en morteros o por corte: sin eso, los
beneficios de la carne que transformaron la especie no hubieran sido
posibles hasta la aparición de, por ejemplo, el fuego controlado para
cocinar, unos 2,5 millones de años después del uso de estos utensilios
de piedra, que datan de 3,3 millones de años.
Los alimentos y la evolución humana
La dieta del ser humano es enormemente variada, pero en principio tiene como características visibles dos elementos: la masticación, propia de los mamíferos (los reptiles, por ejemplo, apenas si muerden su alimento, en general lo tragan entero), y la elaboración: ningún otro animal transforma los ingredientes por calor, por ejemplo.
Ningún animal transforma los alimentos por calor, como hace el hombre.
La novedad del estudio de Zink y Lieberman es que contradice la idea
aceptada de que el fuego fue capital para la evolución humana al brindar
evidencia de que mucho antes de su uso se verificaron cambios de
importancia —la reducción masiva de los dientes y los músculos de la
mandíbula, el achicamiento de los intestinos, la expansión del cerebro—
relacionados con la incorporación natural de la carne a la dieta. Y para
hacerlo sin pasar 11 horas en promedio masticando, los precursores de la especie debieron encontrar esta suerte de atajo que constituye el procesamiento mecánico de un nutriente revolucionario.
"Los orígenes del género Homo son oscuros, pero a la altura del Homo erectus
se habían desarrollado cerebros y cuerpos más grandes que, junto con
campos más amplios de búsqueda de alimentos, habrían incrementado las
necesidades energéticas de los homínidos", comienza el texto que
sintetiza el experimento. "No obstante, el Homo erectus se diferencia de los homínidos anteriores porque tiene dientes relativamente más pequeños, músculos masticadores reducidos, una menos fuerza máxima de mordida y un intestino relativamente más pequeño".
Los científicos ignoran aún cuáles fueron las presiones ambientales o
de otra índole que forzaron esos cambios. Pero establecieron algo
importante: "No hubieran sido posibles sin un aumento del consumo de
carne en combinación con la tecnología de procesamiento de los
alimentos".
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