En poco tiempo el mundo cambió de rumbo. Lo que creíamos imposible,
sucedió. El ritmo acelerado de la vida, la falta de tiempo para tantas
cosas, las prisas y la aglomeración cada vez mayor, se detuvieron. Y
ahora, en muchos países, estamos experimentando la cuarentena en casa.
¿Qué pensar en esta situación? Creo que es una experiencia que nos
confronta con la limitación humana. Somos criaturas vulnerables y
limitadas. Aunque el progreso y el dinero parecen abrirnos todas las
puertas y hacernos creer que lo dominamos todo, la misma realidad se
encarga de recordarnos que el “misterio” de la vida y de la muerte,
siempre nos desborda y no podemos agarrarlo en nuestras manos y
determinar completamente el presente y menos el futuro.
Y ¿dónde
está Dios mientras pasa todo esto? Es la pregunta que nos hacemos
siempre que topamos con momentos límite y algunos aprovechan para
interpretar esa realidad como un “castigo divino”. Ya escuché a un
clérigo decir que Dios nos estaba castigando porque la gente no estaba
celebrando las Semana Santa, sino que se iba a pasear. Por supuesto,
esto es falso, aunque bastante gente se lo cree y más todavía cuando se
nos invita a hacer oraciones casi tipo exorcismos como “espantando” ese
mal que ahora nos ha caído encima.
En realidad, Dios está
acompañando este momento y acompañándonos a cada uno/a para que asumamos
esta realidad y salgamos adelante. Él muere con cada víctima del
contagio, se cura con todos los que se han podido recuperar, tiene miedo
con todos los que están llenos de temor a contagiarse, sufre con las
consecuencias que trae esta situación, especialmente, a nivel económico,
para los más pobres. Pero ¿acaso Dios no tiene poder para librarnos de
este mal definitivamente? Una vez más podemos constatar cómo es el Dios
del reino, anunciado por Jesús: no es un Dios de poder que cambia por
arte de magia las cosas, sino es el Dios encarnado en esta humanidad que
cuenta con cada uno/a de sus hijos e hijas para llevar adelante la
historia humana. Para salir de la pandemia necesitamos del esfuerzo
humano a nivel de la ciencia para detener el virus y producir una vacuna
y necesitamos de la generosidad de todas las personas para sobrellevar
esta dificultad y vencerla. Así lo ha dispuesto Dios en su manera de
crear este mundo y confía que sepamos hacerlo.
Muchas cosas podemos
aprender de esta situación, pero es necesario estar atentos a lo que
pasa y aprender de ello. Entre muchas, nombremos algunas que se me
ocurren ahora.
Que importante es que se destinen recursos para la
salud, para la investigación, para la ciencia. Pero ya sabemos de las
trabas que ponen los gobiernos para disponer de esos recursos. Como no
dan ganancias económicas, no se les presta el debido interés. Que
importante es también, crecer en generosidad y en eso de que “nadie pase
necesidad”. En situaciones como estas es que se verá que tanto somos
capaces de compartir. Los gobiernos lanzan algunas medidas para aliviar
los pagos, los créditos y dar alguna bonificación a los que se sabe no
tendrán ingresos económicos. Pero hay mucho que no se alivia con estos
recursos y cada persona debería ver donde hay necesidad, para salir al
paso. Por supuesto quienes tienen salario fijo son los que pueden hacer
esto. Todos aquellos que viven del día a día y los que tienen negocios
son los más afectados. A todos ellos hemos de buscar cómo ayudarlos y,
exigir, por supuesto, que los gobiernos dispongan recursos para ello,
aunque las reservas del país disminuyan. Aquí podríamos invocar aquella
parábola del rico insensato (Lc 12, 16-21) que tuvo una abundante
cosecha y en lugar de pensar en repartirla, se puso a construir graneros
para almacenarla para sí. ¡Rico insensato! Dice el evangelio y así se
podrá decir de todos aquellos gobiernos que no decretaron rápidamente la
cuarentena porque solo pensaban en que no se detuviera la producción de
riqueza para acumular más y más y en todos los que ahora se encierran
en su pequeño mundo y no quedan atentos a las necesidades de sus
semejantes.
Pero mirándolo desde el punto de vista cristiano, además
de contrastar la imagen de Dios que tenemos -como lo señalamos arriba-,
esta realidad nos confronta con esa mentalidad de algunos cristianos
que ponen toda su vivencia de fe en los sacramentos, en el “cumplimiento
estricto” de las normas litúrgicas, en las fiestas religiosas, en el
clérigo, etc. En Colombia algunos cristianos protestaron porque se había
dado la directriz de recibir la comunión en la mano. Ahora ya no es
solo esa directriz, sino que no habrá celebración ni de eucaristías
dominicales ni de Semana Santa. Ojalá que la circunstancia sirva para
que abran las mentes y sobre todo los corazones y entiendan aquello de
que el ser humano va antes que el cumplimento de la ley.
Sin duda,
no son tiempos fáciles porque el sentirnos confinados en casa desgasta,
por mucho ánimo que pongamos. También porque las salidas que hacemos
para comprar lo básico, van con el temor de ser contagiados y el otro
parece más un peligro que un hermano. Pero tenemos la oportunidad de
vivir todo desde la fe, no en el Dios mágico -que no es el Dios
cristiano- pero si la fe en el Dios que encarnado en nuestra historia
nos mueve a vivir -una vez más- una situación que nos sobrepasa, pero en
la que -de la mano del Señor- saldremos adelante. La limitación humana
no nos ahorrará sufrimiento, desconcierto y miedo, pero la fe nos
fortalecerá para seguir adelante, superando todos los obstáculos.
También es esperanzador comprobar que tanta gente que no tiene fe o no
lo dice explícitamente, cuando se trata de comprometerse con la vida
humana, lo hacen y ¡en qué medida! Todo el personal de la salud, pero
también los jóvenes que en Europa y en China se han ofrecido a ayudar a
las personas mayores o que han alegrado con sus músicas y símbolos estos
días de soledad y encierro. No celebraremos litúrgicamente la Semana
Santa, pero la estamos viviendo en este presente y cuando todo esto se
controle y supere, llegará la Pascua de la vida, en la que podremos
proclamar desde dentro: El Señor ha resucitado y, una vez más, Su vida
en nuestra vida, ha ganado la partida.
Victor Codina
( Teólogo de la liberación )
Sobre la Pandemia 22/3/2020
( Teólogo de la liberación )
Sobre la Pandemia 22/3/2020
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