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miércoles, 20 de marzo de 2019

La previa del Golpe (1955-1976)

El golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 es el último capítulo -y el más sanguinario- dentro de una escalada de violencia desarrollada durante los veinte años previos a éste. El derrocamiento de Juan Domingo Perón el 16 de septiembre de 1955 abrió una nueva etapa en la historia argentina, caracterizada por la proscripción del Partido Justicialista y la sucesión de diferentes gobiernos militares con frágiles gobiernos democráticos. En este artículo examinaremos estos años previos para encontrar en la situación histórica, razones para entender por qué hubo una dictadura de estas características.
Durante la autoproclamada "Revolución Libertadora" (que venía a "liberar" al pueblo del yugo del "tirano") de 1955 se intentó desperonizar a la sociedad, apelando no sólo a la proscripción, sino también a la prohibición de nombrar cualquier palabra relacionada con el peronismo o la exhibición de símbolos pertenecientes a este movimiento. El General Eduardo Lonardi, primer presidente de esta dictadura, tenía una postura moderada respecto del peronismo, en comparación con otros sectores golpistas, por ejemplo, la Marina. Él proponía un peronismo sin Perón, es decir, mantener un modelo mercado internista, proyecto opuesto a los intereses liberales.
Rápidamente, Lonardi fue reemplazado por Pedro Eugenio Aramburu, que sí llevó adelante los objetivos más extremos de la "Libertadora": derogó la Constitución del '49 (a excepción del artículo 14 bis), intervino sindicatos, etc. Sin embargo, los intentos de desperonizar la sociedad argentina no iban a tener éxito.
En junio de 1956, se produjo un levantamiento de militares y civiles, comandado por Juan José Valle, que fue reprimido fuertemente. Los fusilamientos ilegales serían investigados y relatados por Rodolfo Walsh en el célebre libro Operación masacre. La violencia física y simbólica del gobierno de Aramburu, lejos de "disciplinar" a la sociedad, podemos llegar a pensarla como un embrión de la posterior violencia, tanto como un momento fundante del Terrorismo de Estado, así como una "espina clavada" para el peronismo; siendo justamente Aramburu la primera víctima de Montoneros (fue secuestrado y condenado como traidor a la patria en un juicio revolucionario).
Este gobierno de facto no estaría planteado como un gobierno permanente sino como una transición a otro, con el simple objetivo de apartar al peronismo del poder. Con el peronismo proscripto, en 1958 se presentó la Unión Cívica Radical dividida en dos: UCR del Pueblo y UCR Intransigente. Arturo Frondizi se impuso en las elecciones al conseguir el apoyo de Perón, prometiendo, entre otras cosas, levantar la proscripción. Frondizi intentó llevar adelante un modelo desarrollista, pero a partir de la llegada de capitales extranjeros. En las elecciones de 1962 ganaron candidatos peronistas, lo que significó una nueva intervención de las Fuerzas Armadas, el fin del gobierno de Frondizi y su reemplazo por José María Guido, presidente del Senado y títere de los militares. Pero éstos, con cada vez más incidencia en la vida política del país, se encontraban divididos en dos bandos: los colorados, firmes en mantener la exclusión del peronismo, y los azules, que planteaban la integración de los sectores peronistas. Esta última opción no iba a desarrollarse y los resultados de las elecciones de 1963 reflejaron la debilidad del electo presidente radical Arturo Illia, ya que el peronismo votó en blanco, siguiendo las instrucciones de Perón.
La desperonización no sólo fracasó, sino que durante estos años -conocidos como la resistencia peronista- se reforzaron los lazos de pertenencia popular al movimiento. Ante la ausencia del líder, fue la lucha autónoma de las bases la que buscó el regreso del General; mientras que la burocracia sindical, como Vandor, intentó acumular poder, aprovechándose del lugar vacante dejado por Perón y negociando con los políticos de turno. Este fenómeno de resignificación de la identidad peronista incluyó también a un sector anteriormente antiperonista: las clases medias, en especial, los estudiantes. La influencia de la Revolución Cubana, la democracia limitada y el rechazo a políticas imperialistas y antilaicas de Frondizi ayudaron a que estos sectores revaloricen la experiencia peronista.
El gobierno de Illia, a diferencia del de Frondizi, tuvo un mayor énfasis en el mercado interno y la industria y ciencia nacionales, limitando la llegada de capitales extranjeros. Pero sus apoyos eran débiles: no contaba con el visto bueno de las Fuerzas Armadas ni de empresarios ni de obreros. A esto se le sumó una feroz crítica desde los medios de comunicación, mostrándolo como "comunista" por nacionalizar y estatizar industrias y como un "viejo, lento". Asimismo, el periodismo impuso la figura del General Juan Carlos Onganía, ya digitado como el sucesor de Illia.
El sociólogo Juan Carlos Portantiero utilizó el concepto de "empate hegemónico" para referirse a una situación en la que ningún sector social puede ejercer una hegemonía, una dominación por sobre las demás. Él afirma que a partir de 1955 se da una situación de empate hegemónico. La "Revolución Argentina" del '66 intentaría desempatar la situación a favor de los capitales extranjeros.
El modelo peronista se basó en una alianza de clases: sectores industriales, obreros, más el apoyo de la Iglesia y el Ejército. Cuando la situación interna y externa dejó de favorecer el rumbo de este gobierno a partir de 1951, la alianza se comenzó a resquebrajar y Perón quedó sólo con el apoyo obrero y fue derrocado. Comenzó un período en que ni los diferentes sectores dominantes podrían imponerse sobre la clase obrera, ni ésta podría hacer lo mismo sobre las élites. Por eso, para explicar esta situación de relativa "igualdad", adoptamos el concepto de empate hegemónico. El golpe de 1966, con Onganía a la cabeza, representa un intento de imponer los intereses dominantes por sobre los sectores populares. El presidente radical Illia es derrocado y comienza la autoproclamada "Revolución Argentina". Es entendible el apoyo de Vandor a este golpe, teniendo en cuenta su estrategia de conquistar poder por fuera de la figura de Perón. Pero mas polémica es la aprobación del mismo Perón a este golpe, pensando que también proscribiría al radicalismo. La intervención y represión de los militares en las Universidades conduce a un éxodo masivo de intelectuales, lo que se conoce como fuga de cerebros, hacia Europa y EEUU.
Un factor importante a tener en cuenta a partir del contexto mundial de Guerra Fría, de descolonización de los países africanos y asiáticos, y de la Revolución Cubana, es la intervención cada vez más activa que comienzan a tener los Estados Unidos en la política latinoamericana.
Un ejemplo, es la ya nombrada, Doctrina de Seguridad Nacional. A partir de las experiencias de descolonización en Vietnam y Argelia, el ejército francés aplica métodos de combate y tortura, que se difundiran, a través de la Escuela de las Américas, en Panamá y a cargo de EEUU, entre los ejércitos latinoamericanos. Estos ejércitos no estarían combatiendo a un enemigo externo tradicional, sino a un peligro interno, a la infiltración marxista. Además de este entrenamiento militar, los capitales norteamericanos instalados en el país brindan todo su apoyo, y van a ser beneficiarios, al nuevo gobierno militar. Guillermo O'Donnell, para referirse al gobierno militar de Onganía, utiliza el concepto de Estado burocrático autoritario. Mientras que la "Libertadora" era un gobierno militar "transitorio", que pretendía rápidamente volver a un orden democrático, aunque con la exclusión electoral del peronismo; la "Revolución Argentina" busca transformar el país y el límite temporal es el que sea necesario para cumplir sus objetivos. Esta dictadura tenía tres objetivos: económico, social y político. Sin embargo, ninguno llegaría a cumplirse por las propias contradicciones del gobierno.
Centradonos en la acción social, observamos en 1969 el momento clave para entender estos años: el levantamiento obrero estudiantil del 29 de mayo, el Cordobazo. La exclusion de la política democrática, la intervención y represión en universidades y sindicatos, llevaba a un conflicto inevitable con la clase obrera y la movilización estudiantil (cada vez mas empapada del clima de época que se vivía en el mundo, por ejemplo el Mayo Francés y la Masacre de Tlatelolco). Este levantamiento marca la decadencia de la "Revolución Argentina". 
Una consecuencia del Cordobazo van a ser las alternativas que surgen al sindicalismo tradicional. Por un lado, el clasismo, las comisiones internas y los gremios combativos. Por otro, la emergencia (en realidad difusión, porque ya había habido fallidas experiencias anteriores) de movimientos armados, como Montoneros y el ERP. En un comienzo estos movimientos armados van a tener una doble estrategia, apuntando a la participación política tanto como a la lucha armada, como es el caso de Montoneros o el PRT-ERP. El clima de descontento popular, sumado al intento de construcción política les va a dar, en un primer momento, una importante legitimidad popular a sus acciones armadas.
El fracaso del gobierno de Onganía no era sólo en el plano social, sino también en el plano económico. Habia crisis en la balanza de pagos y una interrupción de las inversiones extranjeras. Al mismo tiempo que Onganía llevaba el gobierno de una forma personalista, lo que llevaría a que las mismas Fuerzas Armadas lo derroquen y sustituyan por Roberto Marcelo Levingston, buscando reconstruir consenso. Habría un pequeño intento de cambio económico, al poner al desarrollista Aldo Ferrer al frente del Ministerio de Economía; buscando favorecer a los pequeños y medianos capitales, protegiendo sectores de la economía local y negociando el salario obrero en paritarias. Una política muy contraria a la llevada adelante por Krieger Vasena, al inicio del golpe del '66.
Estas reformas enfrentaron al gobierno con la burguesía industrial, y lo dejaron sin apoyos. Tampoco había un llamado a elecciones, lo que le restaba apoyo popular y llevaba a un acercamiento entre peronistas y radicales, exigiendo por la vuelta de la democracia. Nueve meses después, el lugar de Levingston sería ocupado por Agustín Lanusse, que buscó un acuerdo para una transición democrática, sin costo para las Fuerzas Armadas, y con el objetivo de calmar la fuerte ebullición social. Buscó apoyos políticos amplios, entre ellos, acercarse a Perón, lo que no consiguió a pesar de sus gestos.
Al mismo tiempo, Perón buscaba retornar al poder, y se apoyaba tanto en la burocracia sindical, como en las organizaciones armadas peronistas, haciendole creer a esta juventud maravillosa que compartía sus objetivos de socialismo nacional e impulsandolas a seguir actuando. Dentro de esta alianza heterogénea y Gran Acuerdo Nacional mediante, Perón, impedido de participar, pondría como candidato a la presidencia a Héctor Cámpora, dentista cercano a la pata izquierda del peronismo, que logró la victoria con un 49% de votos el 11 de marzo de 1973.
 Sin embargo, el objetivo de Perón para este gobierno era simplemente que levantara la proscripción que le impedía al viejo general presentarse a las elecciones. Diferente era el proceso desde abajo: con la asunción de Cámpora miles de manifestantes comenzaron a ocupar diferentes establecimientos públicos y a pedir por la libertad de los presos políticos. La sociedad civil estaba movilizada y el propio peronismo de izquierda buscó el reflujo, llamando al cese de las tomas. Perón regresó a la Argentina en el episodio conocido como la "masacre de Ezeiza" (donde la burocracia sindical recibe a los tiros a las columnas de la Juventud Peronista). La fiesta que parecía ser la vuelta del líder, no fue tal. Antes "juventud maravillosa", la izquierda peronista se transformó ahora en "imberbes" e "infiltrados marxistas". Cámpora y Solano Lima renunciaron, dando lugar a las elecciones que volverían a llevar a Perón a la presidencia después de dieciocho años.
El tercer gobierno de Perón intentó reconstruir la alianza de clases de sus primeras presidencias a través del "pacto social". Pero el contexto mundial no era el mismo. Después de "los gloriosos treinta" de la posguerra, el Estado de Bienestar se comenzó a desmoronar con la crisis del petróleo de 1973, dando cada vez más lugar a economías neoliberales. Argentina no estaría exenta de este clima mundial. Tampoco los intentos de frenar los conflictos sociales tuvieron éxito. Los casi veinte años de lucha contra la proscripción, la burocracia sindical y los gobiernos militares habían generado un movimiento obrero mucho menos dócil y más autónomo que en los 40's y 50's, que no podía ser encauzado institucionalmente. Una herramienta para disciplinar a esta clase social fue la Triple A, una organización terrorista de ultraderecha comandada por el secretario de Perón, y ministro de Bienestar Social, José "el Brujo" López Rega. José Pablo Feinmann, filósofo peronista, acepta en su libro sobre la historia del peronismo que la Triple A era del conocimiento y tenía el aval de Perón.
El 1 de julio de 1974 fallece Perón tras un paro cardíaco. Su esposa Isabelita, y con ella, "el Brujo", ocupa la presidencia. En 1975 asume el ministerio de Economía Celestino Rodrigo y su plan de reajuste económico: el Rodrigazo. Devaluación del peso en un 100%, suba del 50% de las tarifas públicas, aumento de la canasta familiar, los combustibles, alquileres, medicamentos. La protesta social, que venía en baja, repuntó fuertemente en los meses de junio y julio en reacción a estas políticas económicas. Hasta la CGT hace su primer huelga general durante un gobierno peronista, pidiendo además la renuncia de Rodrigo y López Rega.
La efervescencia social, si bien ya no era lo que fue en los primeros años de la década, resultaba insoportable para los sectores conservadores (y otros que no lo eran tanto). A pesar de que la represión comenzó durante la etapa democrática, es el Golpe del '76 y su sistemática represión la que intenta (y logra) desempatar la situación a favor de los capitales extranjeros, desindustrializando y endeudando el país, y desarticulando el Estado de Bienestar para llevar adelante un modelo neoliberal. 

Horacio Verbitsky, periodista miembro de Montoneros, señala en una entrevista hecha por Perfil en 2007, que su generación y la posterior (Verbitsky tenía trece años en 1955) vivieron el ingreso a la política en una situación de violencia. No es nuestra intención justificar la lucha armada, pero es nuestro deber como historiadores, entenderla dentro de un contexto específico. Los años de exclusión política, más todo el contexto internacional, llevan a buscar una participación política por fuera del canal institucional que les está vedado. Es así que las ideas de la lucha armada (maoísmo, guevarismo, foquismo) adquieren una gran popularidad.
Sin embargo, cuando estas organizaciones político-militares se vuelcan más fuertemente a la lucha armada por sobre la disputa política, comienzan a perder la relación con el pueblo y la legitimidad que habían despertado en una primera instancia.
Esta exclusión violenta de la vida política de la mayoría de la población argentina, es un factor clave para que podamos entender esta época, y también, el origen del Golpe de Estado del '76.

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